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Créditos
Moderadora:
Mona y Maria_clio88
Traductoras
Brisamar58
Brynn
Cjuli2516zc
Crys
Lvic15
Maria_clio88
Mimi
Mona
Valen Drt...
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Página1
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Créditos
Moderadora:
Mona y Maria_clio88
Traductoras
Brisamar58
Brynn
Cjuli2516zc
Crys
Lvic15
Maria_clio88
Mimi
Mona
Valen Drtner
Gigi
Correctoras
Clau
Dabria Rose
Maria_clio88
May
Fatima85
Revisión final:
Maye
Diseño:
Cecilia
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Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Epílogos
Escenas Extra
Próximo Libro
Biografía del autor
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Sinopsis
Nunca voy a olvidar cómo se veía, tan confiada y segura de sí misma. La
observaba desde la distancia. Ella aún no estaba lista para mí. No me le acerqué y no la
molesté, pero nunca quité mis ojos de ella.
Mallory Sullivan está preparada para empezar una nueva vida. Después
de graduarse en lo más alto de su clase, cayó en una de las pasantías más
codiciadas de Estados Unidos. El trabajo duro y la determinación la han llevado
a ese momento de vivir la vida que soñó mientras crecía en acogida temporal.
Desde el principio, sabía que ella iba a ser mi mayor logro, así que el día que la
dejé ir, establecí un camino para ella. Un camino hacia mí.
Ella nunca esperó que Oz fuera la gran culminación de esos sueños. Pero a
veces, el destino determina de quién enamorarse. Quién te hace perder el
control. Quién es dueño de tu alma.
Y luego te das cuenta que no es el destino en absoluto...
He querido cuidarla y protegerla desde el primer momento que la vi. He
construido todo en nuestras vidas para que, en el momento perfecto, pudiera tenerla,
pudiera darle la vida que merece.
El momento ha llegado.
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Prólogo
Miles
La he observado desde el principio.
Es divertido, pero realmente no recuerdo mucho antes de ella. Es como si
pudiese dividir mi vida en dos partes. Antes y después de ella. Recuerdo mi
vida con mis padres y recuerdo entrar en la universidad, pero todo está gris
antes de ella. Hasta el día que la vi, no había color. Pero una vez que puse los
ojos en ella por primera vez, fue como cuando Dorothy aterrizó en Oz y abrió la
puerta. El mundo se volvió tecnicolor y fue mi propia Glinda, la bruja Buena.
Tenía veintidós años la primera vez que la vi. Ella tenía diecisiete y estaba
participando en una competencia estatal de matemáticas de preparatoria.
La Universidad de Yale me pidió que los representara como jurado
estudiantil y casi lo rechacé. El estado de Connecticut es pequeño, pero alberga
una de las grandes universidades de la Ivy League en el país. Una que hace que
el convertirse en excepcional sea algo casi imposible. Estaba por encima del
noventa y nueve por ciento de mi clase como alumno de último curso en Yale,
con una especialización en estadísticas.
La única razón por la que había aceptado la invitación era participar.
Muchos esperaban que siguiese los pasos de mi padre y quería que creyesen
eso, pero mi objetivo final era un poco diferente de lo que nadie supiera. Estaba
en el camino de la venganza, pero participar me ayudaría en ese camino.
Codeándome con los mismos hombres que mi padre, incluso si me dejaba un
mal sabor en la boca.
Aceptar ser juez en la competencia me cambió la vida. El sabor amargo en
mi boca cambió ese día. Lo sustituyó una dulzura. La quería. La necesitaba.
Nunca olvidaré el modo en que se veía, tan confiada y segura de sí misma.
La observé desde la distancia, como harías con una leona en libertad. No me
acerqué a ella ni la molesté, pero en ningún momento aparté la mirada de ella.
Más tarde averigüé que estaba siendo patrocinada por su preparatoria
para poder asistir a la competencia. No tenía familia y estaba siendo criada en
un hogar de acogida, así que su escuela financió el viaje. Era inteligente y
querían ver que tenía éxito, lo que hacía.
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Vi mucho en ella mientras competía. Se sabía todas las respuestas y estaba
muy segura todas las veces. Confiaba en sus instintos y no le fallaron. Había
tanto potencial en ella esperando a ser desarrollado. Quería sentarme y hacer
que me hablase de todo, cualquier cosa, mientras me hablase.
Arrasó en la competencia y ganó el primer puesto en su división. Estaba
misteriosamente orgulloso de ella.
Cuando salió del salón de baile del hotel después de que la competencia
terminase, la dejé marchar. Fue la cosa más dura que tuve que hacer jamás. Pero
sabía que, si iba detrás de ella demasiado pronto o demasiado rápido, huiría.
No era solo que era demasiado joven para mí, sino que algo en ella me decía
que era la clase de mujer que se presentaba una vez en diez mil vidas.
Esto no era para apresurarse. Era para ser saboreado.
Puede que odie a mi padre, pero he aprendido de sus errores. Usaré esos
errores para mi propio beneficio. Él es listo y descuidado al mismo tiempo y se
ha estado mostrando. Pero sé que, si quieres algo, trabajas duro por ello,
planeas todos los detalles para hacerlo tuyo.
Desde el principio, supe que ella sería mi gran logro, así que el día que la
dejé ir, establecí un camino para ella.
Un camino hacia mí.
Nadie sabe que he sido yo detrás del telón, moviendo los hilos. He
construido todo en nuestras vidas para que, en el momento perfecto, pudiese
tenerla.
El momento ha llegado.
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Capítulo 1
Mallory
―Jesús, esa cosa es espantosa. ―Paige hace una mueca de disgusto
mientras sigue corriendo en la cinta. La primera cosa que colocó en la sala de
estar cuando nos mudamos. Su larga coleta rojiza saltaba tras ella con cada
paso. Ha estado en ello durante treinta minutos y ni siquiera ha comenzado a
sudar.
Cuando vivíamos juntas en los dormitorios siempre iba al gimnasio en la
universidad, lo que odiaba. Estoy suponiendo que era porque normalmente los
chicos estaban intentando ligar con ella. Si se parece en algo a cuando salimos,
estoy segura de que había unos cuantos intentando hablar con ella. Pero esto es
solo una suposición porque nunca había ido al gimnasio con ella, jamás me
verías en esa cinta de correr. No corro, a no ser que llegue tarde, algo que nunca
hago.
―¿Qué? Es linda ―protesto, llevando la rosada manta peluda hasta mi
mejilla, frotándola contra la piel―. Y es muy suave.
Niega hacia mí y lanzo la manta sobre el respaldo del sofá.
―Este lugar no tiene color. Es gris, blanco o negro. Necesita alguna
pequeña cosa. ―Muevo la manta para mostrarle lo bien que se ve. Sé que nada
va a hacer que ame la colcha rosa, pero sé que me permitirá mantenerla ahí.
Paige realmente no se preocupa por el buen gusto o el diseño. Le gustan
las cosas simples, limpias y colocadas donde pertenecen. Es un rasgo que me
encantaba de ella cuando nos emparejaron para compartir habitación en Yale.
Estar hacinada en un espacio pequeño con alguien más es duro, así que facilita
las cosas si la otra persona es limpia. Es algo que llegué a valorar después de
crecer en un hogar de acogida, donde a menudo eres metido en una habitación
con otras tres o cuatro chicas.
―Deja la estúpida manta rosa. ¿Qué será lo siguiente? ¿Jarrones con flores
falsas y cojines? ―Esta vez, sonríe mientras se queja.
―No, flores de plástico no. Eso es de mal gusto. ―Me giro tomando otra
caja que necesitábamos desempacar. Hemos estado aquí por unos días, pero
todo lo que he estado haciendo es leer absolutamente todo lo que puedo sobre
los informes financieros e inversiones de la Corporación Osbourne―. Pero la
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idea de los cojines puede ser agradable, quizás también algunas fotografías en
la pared ―sugiero, haciéndola reír. Quiero que este lugar sea hogareño: estoy
comenzando una nueva aventura y esta es la primera parte de eso.
Paige y yo hemos estado justas desde el primer año en Yale. Prácticamente
estábamos pegadas la una a la otra cuando no estábamos en clase.
Extrañamente encajamos, aunque somos muy diferentes. Creo que ese es el
porqué trabajamos bien juntas. Nos equilibramos la una a la otra. Es fuerte, va
de frente y siempre parece estar dos pasos por delante del resto. Es pequeña,
pero una vez la vi derribar a un hombre de noventa kilos cuando se puso un
poco sobón conmigo en un bar.
La mayoría del tiempo es como una hermana mayor. Es la persona más
cercana en el mundo y la única persona que puedo contar como familia.
―Puedes hacer lo que quieras, Mal. Simplemente no pintes las paredes de
rosa. ―Tira del cordón de emergencia y se baja de la cinta de correr―. Por
favor.
―No haría eso ―protesto mientras toma una botella de agua del
refrigerador en la cocina. El departamento es en su mayoría un concepto de
planta abierta. La sala, el comedor y la cocina fluyen juntas y hay dos
habitaciones al fondo del único pasillo, cada una con baño propio.
Es más de lo que podría haber soñado tener jamás y Paige es la única
razón por la que estoy aquí para empezar. Es su departamento. Lo compró
cuando le comenté que había recibido una oferta como alumna en prácticas en
la Corporación Osbourne y había insistido en que fuésemos.
No iba a dejar pasar la oportunidad, sabiendo que no había forma de que
pudiese sobrevivir en Nueva York. No tenía ahorros y, para ser honestos, estaba
increíblemente asustada. Aún no había fallado en nada en mi vida, y no estaba
preparada para empezar ahora. No soy arrogante, solo determinada. La
Corporación Osbourne no es una broma. Ofrecen tres puestos de prácticas al
año y yo había recibido uno. Puede que haya tenido ventaja porque también
había recibido una de sus becas y ya eran conscientes de mi rendimiento. La
beca pagó mi paso por la universidad y lo cubrió todo; matrícula, comida,
libros